domingo, 28 de diciembre de 2008

La peor dirigencia de la historia

La peor dirigencia de la historia
Causas, consecuencias y repercusiones de algo más que una bandera en River

Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre las banderas que los hinchas del Club Atlético River Plate supieron desplegar tras la eliminación del equipo de la Copa Libertadores de América, seguida inmediatamente por un desempeño lastimoso en el torneo local. No es menester hablar aquí de internas el plantel, ni siquiera de si estas manifestaciones de repudio eran espontáneas –o mejor dicho, que no estaban organizadas-, sino analizar las razones que avalan esta situación. Sin ir más lejos, el diario deportivo de mayor circulación en nuestro país cometió el error de realizar una nota de tapa a partir de conjeturas derivadas de una foto editada con un programa de diseño. Esta bandera se alejaba de las frases observadas en el Estadio Monumental, donde se criticaba duramente a los jugadores, para atacar directamente a la dirigencia.
Más allá de que uno pueda hacer un análisis sobre la moralidad de básicamente inventar un problema donde no lo hay, faltando a la verdad y alejándose de las pautas más elementales de rigor periodístico, nadie puede dudar de que los fundamentos eran, como mínimo, indiscutibles. Nos referimos a que más allá de que la tan famosa bandera jamás haya existido, hay motivos suficientes como para que algunos de los periodistas más exitosos de nuestro país hayan cometido semejante error. Una bandera contra la actual dirigencia encabezada por José María Aguilar sería un hecho a destacar, sin lugar a dudas. En estos años de sequía, económica y futbolística, prácticamente nadie se ha manifestado contra la gestión de Aguilar. Al menos nadie que pudiese influir de forma suficiente como para producir un cambio en la situación.
Pero la situación actual del Club Atlético River Plate ha tocado fondo, como suele decirse. Ya no son suficientes los esporádicos títulos obtenidos por Manuel Pellegrini, Leonardo Astrada o, más recientemente, Diego Pablo Simeone. Comienzan a notarse los desequilibrios propios de una administración defectuosa, y que hasta podría definirse como fraudulenta. Ventas de porcentajes de jugadores juveniles, compras de jugadores de dudosa reputación sólo por pertenecer a grupos empresarios, falta de un proyecto a largo plazo o la utilización del estadio para eventos populares en medio de un campeonato son únicamente la cara visible de todo un proceso que algunos incluso llegar a denominar como de vaciamiento institucional.
Claro que esta situación no es responsabilidad únicamente de la gestión de José María Aguilar. Para que en la actualidad puedan apreciarse semejantes resultados, es necesaria la aquiescencia de un sinnúmero de personas. Socios, dirigentes, periodistas, todo aquel que en algún momento haya mirado al costado ante pruebas fehacientes de que algo extraño estaba sucediendo dentro del Club Atlético River Plate. Muchos prácticamente se burlaban de Victor Hugo Morales, cuando con vehemencia se manifestaba contra la dirigencia del club de Nuñez. Y ante toda esta situación, ante toda la evidencia que viene acumulándose cabe preguntarse qué tendría de falso una aseveración como “La peor dirigencia de la historia”.

Leandro Dias. Nota publicada en Deportada junio 2009.

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